En la noche,
Son tus pasos mi desvelo, son tus pasos silenciosos
Que en mi mente se agigantan,
Y el alma la desesperan y trenzan en monocorde
La sonata que desquicia y conturba mi razón.
Eres sueño venenoso,
Eres áspid ponzoñoso,
Tú, eres enajenación,
Eres consuelo que encarnas mis mas abyectas pasiones,
Eres mi cielo e infierno que agita todo mi ser,
Eres visión,
Eres temor,
Eres fiebre que calcina la sangre en el corazón,
Eres mi pena maldita,
Y eres mi salvación,
Eres un grito en la noche,
Noche de desesperación,
Eres la queja errabunda de mis noches sin dolor,
Eres la punzante espina que traspaso mi razón,
Eres flor de mis deseos,
Mi cadalso y mi prisión,
Eres en mi horrenda noche el rayo que fulminó,
Eres ansias tibias y tristes en ocaso estridente de mi sublime pasión,
Eres la lagrima amarga de todo lo que anhelo.
Mi alma errante que busca en el polvo del camino
Tu huella menuda y tierna
Que huye no sé por dónde
Dejándome en mi dolor.
Eres luz en la distancia,
En la noche sin estrellas,
Eres cual faro que alumbra la noche en la tempestad,
Eres la ola que bate su espuma blanca y rizada,
Sobre la orilla que espera su beso de sal y mar.
Eres el sauce lloroso que en la tumba da su sombra,
Eres la alondra que canta cuando la tarde se muere,
Eres el triste cantar de las aves que regresan a su lejano nidal,
Eres el tañer sonoro que en el viejo monasterio da la vieja campana
En la tarde sin consuelo de mi sombrío penal.
Eres tú tantas cosas en mi sagrario, mujer.
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